“La segunda a la derecha, y luego todo seguido hasta la mañana”.
Hoy es 5 de enero, noche de magia, ilusión y fantasía. Y mientras toda España está comiendo roscón y preparando la comida para los camellos, yo quiero recordar aquí un libro que, aunque no todos han leído, sí que todo el mundo conoce, aunque solo sea por las películas. Es una de esas historias que ya pertenecen al imaginario colectivo: Peter Pan.
En un día así, me apetece ir hasta el País de Nunca Jamás y meterme en la cocina de Peter Pan. Y de allí me he traído unos platos extraordinarios, sabrosísimos, que a todo el mundo gustan, porque son nuestros preferidos, recetas cuyo ingrediente principal es la fantasía y una pizca de magia.
Porque aunque no lo creamos, la cocina es tan importante en nuestras vidas que está presente en muchísimos libros. Incluso en los que menos sospechamos, como en este extracto sacado de Peter Pan:
“Puedo aseguraros que la cocina la tenía (a Wendy) con las narices pegadas a las cazuelas. Sus principales alimentos consistían en frutos del árbol del pan, boniatos, cocos, cerdo cocido, mameyes, rollos de tapa y plátanos, todo ello remojado con zumo de poepoe en calabazas;pero nunca se sabía si iban a tomar una comida real o simplemente una comida de fantasía: todo dependía del humor de Peter, que podía comer, comer realmente si eso formaba parte del juego, pero era incapaz de atiborrarse sólo por el placer de comer, que es lo que gusta a la mayoría de los niños más que cualquier otra cosa; lo siguiente que más les gusta es hablar de ello. Hacer que comía era para él tan real que, durante una comida falsa, se podía ver cómo se hinchaba. Era desde luego molesto, pero estaban obligados a seguirle la corriente; si le podías demostrar que estabas quedándote demasiado delgado para tu árbol, te permitía atiborrarte”.
¿Quién no ha jugado de pequeño alguna vez a comer de mentira? ¿O a cocinar comida imaginaria? Ningún destino hay más sabroso que aquel al que nuestra imaginación nos lleve. Eso lo sabían muy bien Peter Pan y los niños perdidos, que se daban grandes banquetes con suculentas porciones de un maravilloso ingrediente: la fantasía. Si no tenéis en casa, no vale que bajéis al super a comprarla. No la encontraréis. La fantasía o se tiene en casa o no se tiene. Y si en los tarros de la alacena, entre los tapers de la nevera o debajo de las patatas, no tenéis una sola pizca de ella, no os preocupéis.
Conseguir un poco de este ingrediente es tan fácil como desearlo.
Receta para un plato de fantasía
1. Cierra los ojos.
2. Desea con todas tus fuerzas, no tengas miedo.
3. Pide que la fantasía venga a ti, y allí entre tus manos la encontrarás: fresca y recién cogida fantasía, llena de aromas mágicos, la mejor que puedas utilizar en tu cocina.
Y ya puedes hacer como Peter Pan y los niños perdidos: pégate un buen banquete imaginario. Es fácil de preparar, sano, barato y... lo mejor, es que no engorda.
(Este es un post compartido con mi otro blog: www.chefjunior.com.es/blog/, que os invito a visitar)
Me ha encantado tu entrada, ahora mismo voy a ponerlo en práctica, gracias mil!!!
ResponderEliminarbesos
Arriba con la fantasía!
EliminarSigo teniendo mi parte de niña que has hecho que reviva al leer tu bella entrada, Siempre me gustó no desprenderme de ella porque la fantasía te hace estar donde no se puede en la realidad. Los últimos años vividos por mi no pueden ser más reales, para olvidar. Gracias por llevarme durante un rato a ese lugar donde podemos despacharnos a gusto la cantidad necesaria para vivir con una buena sonrisa en los labios.
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo para ti y los tuyos.
Lola, muchísimas gracias por tu precioso comentario. Me alegra saber que he podido arrancarte una sonrisa. Feliz Año para ti tambíen :)
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