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martes, 31 de julio de 2012

HUEVO FRITO - UN RELATO EN LA COCINA



Creo que esta es una entrada muy poco usual para un blog de cocina. Es un relato corto que he escrito estos días y puesto que la historia transcurre en una cocina alrededor de los fogones, me ha parecido oportuno compartirla aquí. No todo va a ser cocinar y coger recetas.

El relato narra cómo un ama de casa fríe un huevo para la cena de su marido. Mientras está cocinando, la mente de la mujer está ocupada con pensamientos acerca de su marido y una conversación que tuvieron el viernes. Si te apetece  saber cómo se desarrolla esta historia, solo tienes que seguir leyendo...





HUEVO FRITO - UN RELATO EN LA COCINA


Ella siempre ha sido una buena esposa para él. Una buena mujer que nunca ha hecho mal a nadie. Solo quiere lo que es suyo, que nadie se lo arrebate ¿Qué hay de malo en amar a tu marido hasta la locura?

Sabe que él está esperando en el salón, callado, leyendo el periódico. Ella en la cocina, le está preparando su cena preferida: patatas y huevo frito. Tan solo le queda freír el huevo. El aceite está calentándose. Para que salga con las puntillitas, como le gusta a él, tiene que estar el aceite bien caliente. Mientras busca un huevo en la nevera, piensa en cuánto ha cambiado todo desde el viernes. Ahora todo va a volver a ser como antes, como cuando se casaron.

El viernes estuvieron hablando. Al principio fue una discusión muy fuerte. Pero luego ambos se calmaron y todo se solucionó. No hay nada como tratar los problemas de pareja de una manera civilizada.

Parece que el aceite ya tiene su temperatura. Mejor echar una miga para comprobarlo. Coge un trozo de pan y lo arroja al aceite. Lo contempla burbujear. Esa mujer ya nunca volverá a interponerse en su matrimonio. Su marido es un pobre inocente que se dejó engañar por esa lagarta roba-maridos. Las mujeres de esa calaña solo son felices cuando destruyen los matrimonios de otras.

El pan casi se le quema. Lo saca con rapidez del aceite. Si, ya está bastante caliente. Con la agilidad de quien ya ha realizado esta operación cientos de veces, coge un huevo, lo casca en el borde de la sartén y deja caer el interior sobre el aceite. El huevo se vuelve loco y crepita gritando que lo saquen de allí. Pero ella sigue en sus pensamientos. Ahora todo va a volver a ser como antes. Él ha dejado a esa mujer para siempre.

La clara ha estallado en pompas, mientras se cuaja de blanco y se van formando esas puntillitas que tanto le gustan a su marido. Volverán a ser un matrimonio feliz. Solos ella y él, sin terceras personas. Desde el viernes él ha cambiado mucho, ahora está solo para ella, para su esposa nada más.

Coge la cuchara para echar un poco de aceite sobre la yema, mientras piensa en esa inesperada semana de vacaciones que él acaba de pedir en el trabajo. Cuánto tiempo hace que no están los dos juntos toda una semana. Todo va a volver a ser como antes. El huevo ya está listo, con la yema más bien cuajada. Lo saca de la sartén y lo coloca sobre las patatas.

Se viste con un forro polar que está colgado en la puerta de la cocina. Su marido dice que tiene calor e insiste en tener abiertas las ventanas del salón de par en par a pesar de que están en pleno mes de enero. Menos mal que viven en el último piso y los vecinos no lo ven. Si no pensarían que están locos.

Agarra el plato, unos cubiertos y sale por el pasillo. Ella está dispuesta a aguantar este capricho de su marido y otros. Los que hagan falta con tal de que se quede a su lado, de que no se marche. Lo que sea con tal de volver a ser felices como antes.

El aire gélido del salón le muerde en las mejillas. Su marido está sentado a la mesa, con el periódico abierto, como si no pasara nada. Tiene la mirada perdida en algún lejano lugar. Permanece callado mientras su esposa se acerca con la cena.

— Cariño, ya está bien de leer malas noticias, que a ti te afectan mucho — le dice ella mientras le retira el periódico — ¡Lo ves!, ya estás otra vez preocupado.

Él no contesta. Sigue con la mirada clavada en el infinito.

 — No te preocupes tanto. Que a nosotros nunca nos va a faltar de nada. No mientras estemos juntos — ella le acaricia la mejilla mientras le pone el plato sobre la mesa — Mira lo que te he preparado hoy, la cena que a ti te gusta: patatas y huevo frito.

Él sigue ausente, ignorando la presencia de su esposa.

 — Anda, come algo, que si no te vas a quedar muy flaco.

Pero él ya no va a comer. Ya no siente hambre. Ni frío. Ni sueño. Permanece sentado a la mesa desde el viernes. Muerto. Con el cuchillo todavía clavado en la espalda.



jueves, 26 de julio de 2012

TIRAMISÚ





El tiramisú es mi postre favorito y aún me pregunto como pude vivir tantos años ignorante de su existencia. Afortunadamente, mi primer contacto con el tiramisú fue en Italia, en  un restaurante tradicional, por lo que el nivel del postre que probé era bastante alto y mi primera experiencia fue inolvidable.

Pasados los años, el tiramisú se ha convertido para mi en ese plato que siempre pido cada vez que lo veo en la carta de un restaurante, solo para comprobar  "cómo lo hacen, a ver si está como el que preparo yo". Tengo que aprender a quitarme esta manía, porque la mayor parte de las veces acabo siendo víctima de un tiramisú que no da la talla o que, simplemente, no es casero. Pero hay ocasiones, en que me llega a la mesa un tiramisú sublime, "¡mejor incluso que el que yo preparo!". Solo por esos momentos, pienso, merece la  pena jugar a esta ruleta rusa del tiramisú.

Recetas de tiramisú, del tradicional, he visto muchas. No sé si existirá la receta perfecta, pero creo que con este postre pasa algo similar como con la tortilla de patata: que a unos les gusta bien cuajada, a otros menos, con cebolla, sin ella, fría, caliente, etc. etc.

Esta receta que publico hoy ha estado durmiendo en un cuaderno durante muchos años. La apunté hace tiempo de un programa de Canal Cocina. Era de un cocinero italiano llamado Fabio Morezzi, creo. Y como tantas recetas de la vida, de las que tomas nota para probarlas algún día, allí se quedó olvidada, en una esquina del cuaderno. Hasta que hace poco me encontré de nuevo con ella y decidí darle una oportunidad. Yo siempre había preparado el tiramisú de otra forma, pero ya era hora de cambiar y probar algo nuevo.

No exagero si digo que a esta receta de tiramisú la tuve castigada al ostracismo por lo menos durante 8 años. Y es que la vida se pasa tan rápido y queremos hacer tantas cosas, que se nos va en un suspiro sin apenas darnos cuenta.

Ahora, la espera mereció la pena. Os dejo con ella.





Ingredientes (10 raciones)

- 4 Huevos enteros
- 1 Paquetes de bizcochos de soletilla
- 300 ml de nata líquida
- 3 vasos de café
- 1 copita de amaretto
- 175 grs de azúcar
- 350 grs de queso mascarpone
- Cacao en polvo
- Chocolate negro para rallar








Preparación

1. Montar muy bien los huevos (clara y yemas juntos) con el azúcar, hasta que empiece a blanquear y formar puntas.
2. Mientras, preparar el café y añadir el amaretto
3. Por otro lado, batir el queso mascarpone más la nata hasta que quede una crema untuosa
4. Mezclar con cariño las dos cremas (la de queso y la de los huevos montados). Hay que hacerlo con suavidad para que no se baje el huevo montado.
5. Montar el tiramisú en capas como cada uno tenga por costumbre. Yo lo hago de la siguiente manera:
- Mojo los bizcochos en el café y pongo una primera capa de bizcochos sobre la bandeja.
- Extiendo la mitad de la crema sobre los bizcochos.
- Pongo encima una segunda capa de bizcochos mojados en café.
- Extiendo por último el resto de la crema.
6. Para terminar, se espolvorea con cacao en polvo y un poquito de chocolate rallado.
7. Dejar enfriar en la nevera. El tiramisú está mucho mejor si se prepara la víspera antes.


lunes, 23 de julio de 2012

UN CAMINO DE VELAS


Las velas tienen algo de mágico, 
crean misterio y provocan confidencias.
A la luz de las velas se pactan amores
y se rompen promesas.
Las velas nos hablan de esperanza
y rezuman nostalgia.
Nunca algo tan simple como una vela 
supo rebosar los corazones
y, a la vez, vaciar tantas emociones.

Si tienes un evento y quieres hacer algo especial con velas, aquí te dejo una idea: un camino de velas para guiar a los invitados hasta la mesa o la fiesta. Desde el primer instante en el que tus invitados comiencen a llegar a tu casa, o al jardín, o al lugar donde los recibas, crea una atmósfera especial que los secuestre desde el momento mismo en que pongan un pie en tu casa.

Un camino de velas es muy fácil de crear, pero tienes que tener en cuenta una serie de consejos:

- Coloca las velas lejos de corrientes de aire, por varios motivos.

El más importante, es que una corriente de aire puede arrastrar las llamas de las velas hasta algún elemento cercano que pueda prender con facilidad y provocar un fuego. Evita riesgos. Las corrientes de aire tienen también el desagradable inconveniente de que se apagarán las velas.

- No coloques las velas junto a elementos inflamables, tales como cortinas, maderas, cartones, etc. Algo que parece de sentido común pero que un descuido puede resultar fatal.

- Si vas a colocar las velas cerca de la pared, deja unos centímetros de separación, para evitar que las llamas ennegrezcan la pintura de las paredes.

- Deja una separación prudencial del trayecto de los pies de la gente que va a transitar por la zona

Por muchas precauciones que tomes, siempre habrá alguien que tropiece con una vela y haga derramar la cera por el suelo. Si pasa esto, deja que se solidifique la cera. Más tarde, con un rascador de  los de vitrocerámica, podrás retirar la cera del suelo sin mucha dificultad.

- Ten las velas encendidas al menos quince minutos antes de que llegue el primer invitado, así cuando entre se encontrará con una atmósfera especial ya creada.

- Un camino de velas crea una atmósfera especial. No la destruyas encendiendo luego todas las luces de la casa para cenar. Es mejor que ilumines la zona de la cena o de la fiesta con luces indirectas y más velas en la mesa.

- Si celebras una fiesta en que la gente va a bailar y va a estar de pie, no es aconsejable poner velas en esta zona. La gente no tendrá cuidado de las velas en el suelo y les darán patadas sin darse cuenta, especialmente a medida que pase la noche y estén bajo los efectos del alcohol.

- Por último, si las velas las has puesto en el interior de casa (p.ej. un pasillo) y en una zona donde no pueden estar vigiladas por alguien durante el desarrollo de la cena o fiesta, mejor que las apagues una vez se haya sentado todo el mundo para evitar accidentes indeseados.






viernes, 20 de julio de 2012

SANGRÍA

Con este calor, hoy me apetece hablar de la sangría. De una sangría bien fresquita.

De toda la vida la sangría la he conocido con el nombre de limonada. O como se dice en mi pueblo: "limoná".

La "limoná" nunca podía faltar en fiesta o reunión que se preciara de fiestera: cumpleaños, fiestas del pueblo, comuniones o bautizos o cualquier otro evento que reuniera a un considerable número de personas. La "limoná" siempre ha sido una forma rápida, rica y, lo que es más importante, económica de preparar una bebida alcohólica para mucha gente. Cuando era chico, recuerdo a mi padre el día anterior preparando litros y litros de "limoná" en una gran olla que anda todavía por casa de mis padres y que creo que tiene una capacidad de unos 20-25 litros. Y lo mejor es que me dejaban probarla un poquito (no mucho para que no me emborrachara, claro). Supongo que ahora le das a un niño medio vaso de sangría y los padres van a la cárcel.

Cuando creces, te vas dando cuenta que tu pequeño mundo familiar es muy diferente al de la realidad de otros lugares. Pues bien, para mi fue todo un shock descubrir que lo que yo toda la vida había conocido como "limonada", el resto del mundo más allá de mi pueblo lo conocía por otro nombre totalmente diferente. De repente, en mi vocabulario la "limonada" tuvo que ser reemplazada por la palabra "sangría" y lo que yo siempre llamaba  "agua-limón" pasó a llamarse "limonada". Creo que aún no lo he superado y en mi yo interior aún me resisto a este cambio etimológico.

No sé si es solo una apreciación mía o es una realidad. Pero tengo la sensación que desde que los españoles somos "ricos", la sangría ha ido perdiendo protagonismo en las celebraciones. Salvo en las terrazas o en los chiringuitos de la playa, la sangría ha ido siendo repudiada poco a poco por los españoles. Hasta tal punto, por ejemplo, que hace unos años pedir una sangría en un bar era algo típico solo de turistas (al menos en Madrid). Afortunadamente, creo que nuestra sangría está recuperando de nuevo el prestigio que nunca debió perder y cada vez más gente reclama una jarra de sangría sin tapujos.


Ahora las celebraciones ya no son como las de mi infancia. Si te invitan a una fiesta, ya no puedes esperar encontrar ese pilón de sangría, del que salía la bebida para todo el mundo, ese gran barreño en  el que solo faltaba colgar este cartel:

 "Para beber hay sangría. Si quieres la tomas si no la dejas". 

Ahora no. Ahora no eres nadie si en un cumpleaños o en una barbacoa, por ejemplo, no se te ocurre poner a disposición de los invitados un sinfín de bebidas entre las que poder elegir: toda clase de refrescos: Coca Cola normal, Light, Fanta limón, Fanta naranja, Aquarius, Nestea, ah, que no se nos olvide la tónica para los gin tonics de después,  cerveza, con y sin para los que no pueden, vino blanco fresquito para el aperitivo que seguro que alguien quiere, luego vino tinto (que sea bueno por favor) para la carne. Para terminar, hay que tener varios tipos de bebidas alcohólicas para quien quiera luego tomarse una copa: mínimo ginebra, whisky y ron, más sus correspondientes refrescos. 

Vamos solo en bebida te dejas un dineral. Por eso la sangría siempre ha sido tan popular. Con poco dinero podías emborrachar a mucha gente. Me pregunto si con la crisis que estamos viviendo la sangría volverá a ocupar en las fiestas españolas el protagonismo que un día perdió.




Recetas de la sangría hay millones, tantas como gente hay preparándola. De hecho, no creo que exista una única receta tradicional. Investigando un poquito por internet, he encontrado que todas las recetas tienen los siguientes elementos en común:

1. Deben llevar vino
2. Deben llevar mucha fruta troceada
3. Azúcar
4. Incluyen algún líquido más (que va desde un refresco gaseoso, zumos, algún  licor para subir más la graduación).

La combinación de estos tres elementos, más alguno adicional, es de libre albedrío y va al gusto del consumidor.




De hecho, ni siquiera yo hago la sangría siempre del mismo modo. Siempre la hago a ojo y, creo que de una vez para la siguiente, nunca me acuerdo de las cantidades.

Pero más o menos, mi receta es esta:

- Vino (2/5 - dos quintas partes). Es menos de la mitad, para que no esté demasiado fuerte. A mi no me gusta que sepa mucho a vino.
- Refresco gaseoso (gaseosa La Casera o Fanta Limón) (2/5 - 2 quintas partes)
- Zumo de naranja (si es natural, mucho mejor) (1/5 - 1 quinta parte)
- Azúcar
- Naranjas y limones troceados (también limas)

Las cantidades se pueden variar en función de si te gusta que sepa más a vino, menos alcohólica, más afrutada, más dulce, menos dulce.




Elaboración

1. Mezclamos el vino, el refresco y el zumo de naranja.
2. Añadimos el azúcar. Yo suelo echar bastante ¿Cuánta? No tengo ni idea. Como nunca hago la misma cantidad, voy probando y voy echando azúcar hasta que la sangría tiene el punto de dulce que a mi me gusta. Aviso: a más azúcar, más sube la graduación alcohólica y más fácilmente se sube a la cabeza la sangría.
3. Cortamos la fruta en trozos y lo incorporamos a la sangría.
4. Mi truco es hacer la sangría siempre el día anterior a su consumo. Dejamos la sangría reposando bien en la nevera o en un sitio fresco. De esta manera, los diferentes sabores del vino y las frutas se van mezclando.
5. Servir fría, con hielo y ayudándose con una cuchara de madera para servir adecuadamente.



miércoles, 18 de julio de 2012

TRIFLE AL LIMONCELLO CON BREVAS Y MASCARPONE


En la elaboración de este postre, olvidé añadir uno de los ingredientes indicado en la receta ¿Cuál será? ¿Alguien lo adivina?

Yo me dí cuenta en cuanto lo probé.

La receta original era con frambuesas, pero al no poder encontrarlas en la frutería, decidí cambiarlas por otra fruta de temporada que tenemos ahora en abundancia: las brevas.

Aparte de todo lo anterior, he de reconocer que se me fue la mano con el limoncello y quedó un postre muy alcohólico, muy apto para borrachos.



Ingredientes

- 6 naranjas o 1 vaso y medio de zumo de naranja.
- 150 ml de limoncello
- 200 gr de bizcochos de soletilla
- 500 grs de mascarpone
- 2 cucharadas de azúcar glacé
- 200 ml de leche
- 1 limón
- 2 cucharadas de azúcar avainillada
- Brevas (la receta original de Jamie Oliver es con frambuesas)
- Chocolate negro para rayar


Preparación

1. Se prepara un zumo con las naranjas.
2. Añadimos el limoncello al zumo. Mezclar bien y verter directamente en la fuente donde se va a preparar el trifle. Es importante probar la mezcla, no vaya a ser que te quede fuerte de limoncello, como me sucedió a mi.
3. Mojamos los bizcochos en el líquido de la bandeja. Pondremos una capa de bizcochos suficiente como para absorber todo el líquido.
3. En un bol, mezclamos el mascarpone, con el azúcar glacé y el azúcar avainillada.
4. Añadimos la leche y mezclamos bien.
4. Añadimos la raspadura del limón y el zumo del mismo limón a la mezcla del queso.
5. Removemos bien.
6. Extendemos la mezcla del queso sobre los bizcochos.
7. Cortamos las brevas en láminas y las disponemos sobre el queso (o utilizamos frambuesas como en la receta original de Jamie).
8. Rayamos unas raspaduras de chocolate negro sobre el trifle.
9. Guardamos en la nevera hasta el momento de servir.










miércoles, 11 de julio de 2012

RIGATONI AL HORNO CON PESTO SICILIANO


Cuando hay mucha gente para cenar y no quieres pasarte la cena más pendiente de la cocina que de tus invitados, siempre es buena cosa tener en el horno un plato principal que, paciente, espera caliente a ser servido.

La receta que proponía Jamie Oliver en su libro era en realidad "Rigatoni estilo Trapani", que es una especie de pesto que lleva queso parmesano, almendras, ajo, chili rojo (lo que le gustará a este hombre el chili, por Dios), albahaca, anchoas y tomates cherry. Él hierve la pasta, la cuela, le añade la salsa y a la mesa. Pero con tanta gente, yo no quería estar pendiente de cocer la pasta, del momento justo de la cocción, de tener que escurrir. No, no y no. Yo quería estar sentado a la mesa tranquilamente con los demás y no pendiente de los fogones.

Así que decidí meter unas modificaciones en la receta de Jamie Oliver:

- Por un lado, iba a transformar el Rigatoni de Jamie en unos Rigatoni al horno. Eso me permitía tener la pasta con su salsa preparada antes de la cena. Lo único que había que hacer era meter la pasta en el horno cuando estuviera sirviendo las ensaladas, y esperar.

- Por otra parte, en esos días acababa de leer la receta del pesto rojo siciliano que había preparado Tere de Terecetario. Por lo visto, ella había tomado la receta de su hermana MJ. No podía dejar de probar esta receta de pesto rojo y esta era una buena ocasión para hacerlo. Cambié un poco la receta de Tere, pues sustituí los piñones por almendras (por eso de mirar el euro un poquito) y prescindí del parmesano, pues luego al gratinar la pasta en el horno también le iba a añadir parmesano

Tengo que decir que fue un gran acierto. La pasta estaba deliciosa y fue un gran éxito. Así que si tenéis que preparar pasta para muchos (o para pocos) con esta receta os garantizo que dejaréis un buen recuerdo en el paladar de los comensales.

Ingredientes (para 10 personas)

1,5 Kg de Rigatoni
Pesto rojo siciliano
1 Brick de nata líquida
200 grs de queso emmental rallado
100 grs de queso parmesano rallado
Sal
Pimienta

Ingredientes para el pesto

20 tomates secos en aceite
50 grs de almendras
1 diente de ajo
Medio manojo de albahaca fresca
Sal




Preparación

1. Precalentamos el horno a 180 ºC
2. Cocemos la pasta en abundante agua siguiendo el tiempo recomendado en la bolsa. Para una cantidad tan grande, yo tuve que cocer la pasta en dos cacerolas.
3. Mientras se cuece la pasta, preparamos el pesto rojo. Colocamos todos los ingredientes para el pesto en un vaso de robot y trituramos hasta que quede una  pasta.
4. Escurrimos la pasta.
5. Añadimos a la pasta el pesto rojo, el queso emmental y la nata líquida.
6. Espolvoreamos con el queso parmesano rallado.
7. Metemos en el horno unos 20 minutos o hasta que veamos que la pasta empieza a dorarse y el queso este derretido.
8. Sacamos a la mesa para que cada uno se sirva lo que quiera.

¡¡¡¡Buen provecho!!!!



lunes, 2 de julio de 2012

FOCACCIA AL ROMERO - RECETA RÁPIDA - QUE NADA TIENE QUE VER CON LA DE JAMIE OLIVER


Me da un poco de vergüenza publicar esta receta, porque esto "ni es receta ni es ná".

La receta no es la de Jamie Oliver y todo por culpa de no saber el suficiente inglés y no tener tiempo para usar el diccionario.


Esta receta debería haber salido del libro de Jamie Oliver al que me refería en el último post (Comidas en 30 minutos). El que yo poseo está en inglés. Fue un regalo de cumpleaños que me hizo un amigo irlandés cuando aún no había salido la versión traducida al español. El libro me decía que usara una "ciabatta loaf". Feliz de mi como alma de cántaro, estaba convencido de que "loaf" en inglés significa masa. Y pensé para mi: "¡Mira que espabilado éste, quiere que en 30 minutos tenga lista la masa para la ciabatta y el resto del menú!". Pero en ningún sitio se explicaba cómo hacer la masa. Así que yo llegué a la conclusión por mi cuenta de que la masa ya estaba hecha previamente y que aquello sería un gazapo que se les había colado en el libro.

Pues bien, ayer, buscando en Youtube, encontré este vídeo correspondiente al capítulo de su programa en que Jamie Oliver explica muy bien explicado cómo hacer el menú. Ahí me dí cuenta que "loaf" no signfica "masa" sino "pieza de pan". Es decir, "ciabatta loaf" es una barra de chapata. Me arrepiento de no haber utilizado un diccionario a tiempo, porque esta chapata es muy fácil de preparar y el resultado es espectacular. Tendré que probarla próximamente.


En fin, ningún parecido con lo que yo hice, por supuesto.

Además, me dí cuenta de otros errores, también consecuencia de mis problemas con el idioma de Shakespeare: 

- Dónde en inglés dice romero ("rosemary") yo le pongo tomillo. Consecuencia: la ensalada de endivias que explicaba el otro día no lleva tomillo, ha de llevar romero. De todas formas, la versión con tomillo que yo hice sale deliciosa (creo que incluso mejor que con romero).

- Dónde en inglés habla de tomillo ("thyme") yo lo cambio por romero. No sé el por qué de la equivocación porque "thyme" y "rosemary" se parecen bien poco. Consecuencia: en vez de hacer una chapata al tomillo preparé esta focaccia al romero.

Cosas que pasan.

¿Cómo hago una focaccia de romero en un menú de 30 minutos? Solo se me ocurrió una cosa. Comprar dos masas preparadas para pizza y preparar una focaccia con ellas. No es muy ortodoxo, pero ¿quién dijo que en la cocina todo tiene que serlo?

Ingredientes

- 2 Masas de pizza.
- Romero





Preparación

1. Sacar las masas de su envase y juntar.
2. Hacer una bola y amasar un poco hasta que queden mezcladas.
3. Extender la masa con ayuda de un rodillo.
4. Hundir los dedos en la masa para crear esos agujeros tan característicos de la focaccia.
5. Espolvorear con romero fresco.
6. Hornear a 180º C durante unos 15 minutos o hasta que veamos que la masa empieza a dorarse.





Aunque el resultado es pasable, como habrás podido imaginar no se obtiene un resultado espectacular. Está bien para salir del paso y hacer una focaccia de manera rápida (al estilo del blog de Falsarius). Aunque para ser una focaccia, a mi me parece que sale un poco cara de hacer, ya que tienes  que utilizar dos masas de pizza. 

Haz las cuentas.