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Esta foto está hecho desde el lado bueno de la tarta, porque la comida, como las personas, tienen también su perfil bueno. |
Esta tarta tiene truco.
Sé que al ojo neófito puede parecer un decoroso y decente intento por conseguir una tarta apañada para un cumpleaños. Sin embargo, del mismo modo que el gotelé se ha usado de manera indiscriminada para ocultar los fallos constructivos de muchos pisos de este país, igualmente yo me he visto obligado a utilizar estos emplastes de buttercream para tapar las barrabasadas de una tarta malograda.
Porque cuando a uno se le tuercen las cosas en los fogones, tiene pocas alternativas:
Opción 1: Abrir la tapa del cubo de basura, taparse los ojos con una mano para no ver y con la otra vaciar directamente el contenido de lo que sea que tenemos que desechar. Esa opción la he utilizado pocas veces, en casos extremos,
Opción 2: Respirar hondo, arreglar el entuerto como se pueda (eliminando aquellas partes que puedan echar a perder el conjunto, eso sí) y luego, poner cara de circunstancias de "aquí no ha pasado nada", llenar hasta arriba las copas de vino del personal para que el alcohol merme sus capacidades sensoriales.... y confiar en que nadie se dé cuenta de ese regustillo a quemado que queda en el fondo.
Opción 3: También se trata de respirar hondo e intentar arreglar aquello haciendo uso de una capacidad creativa que ni el Ferrán Adriá. Pero a la hora de sacar aquello a la mesa utilizamos la estrategia de "yo lo cuento todo y que me perdonen la vida. Así, vas y dices: "Ay, lo siento mucho, que no me ha salido como yo quería, me ha pasado esto, lo otro, aquello y encima, se me ha quemado". Por lo general, unos comensales indulgentes te dirán: "Pero si está estupendo, si no dices nada, no nos damos ni cuenta".
¿Cuál de estas opciones usáis vosotro/as?
He de reconocer que a la hora de arreglar desaguisados yo suelo tirar más la opción 3. Y eso es lo que hice con esta tarta de chocolate, que a la hora de plantearla pretendía ser otra cosa y por azares de principiante, acabaron terminando una cosa algo diferente. He aquí lo que sucedió:
1. El bizcocho de chocolate estaba lustroso, en su horno, subiendo alegremente y esponjándose por dentro como yo esperaba. Pero cuando quedaba aún para sacarlo. de pronto una brecha se abrió en la costra y como si aquello fuera una grieta volcánica, empezó a expulsar masa "bizcolchánica" hacia el exterior. Un río de lava chocolateada comenzaba a fluir por el borde del molde hasta la bandeja del horno, solidificándose en negra piedra pomez de bizcocho.
A mi modo de ver, creo que esto sucedió por no seguir la cantidad de levadura indicada en la receta, por eso de no desperdiciar lo poco que quedaba en el sobre, "lo echo todo y no pasa nada".
2. Esta perdida de masa tuvo una catastrófica consecuencia y es que la caldera volcánica del bizcocho comenzó a ceder y se hundió el terreno, creándose la característica depresión "geobizcochica" de toda masa que se hunde.
3. A partir de aquí las cosas comienzan a ir a peor: la impaciencia y los nervios son malos pinches de cocina. Siempre te dicen: "hay que esperar a que se enfríe el bizcocho, hay que esperar". Y bueno, esperas 5, 10 minutos, pero como ya no puedes esperar más, desmoldas, coges el cuchillo e intentas cortar el bizcocho en dos. Al momento, te das cuenta de por qué no hay que cortar en caliente. Se te empieza a romper la cosa y te pones aún más nervioso.
4. Al intentar separar las dos mitades, corres el riesgo de que se te rompa la tarta, y como las prisas son hermanas de la imprudencia y de la temeridad, agarras un plato, lo introduces en la ranura y separas ambas mitades. El bizcocho ya se ha roto, aunque "aún se puede arreglar", piensas.
5. Preparas el relleno y lo viertes sobre la mitad inferior. Esta operación se realiza sin sobresaltos, te creces, te da un subidón de optimismo y piensas que la tarta va a quedar bien al final, a pesar de todo.
6. ¡Qué equivocado estás! Pones la tapa superior, en el sentido equivocado y al instante te das cuenta que a la tarta le ha salido una joroba. Intentas a la desesperada levantar la mitad de arriba, pero está tan rota que sabes que si lo haces se te va a desmigajar entra las manos. Vaya, vaya, esto empieza a ponerse interesante.
7. ¿Quizás con la cobertura de chocolate consigas corregir los desperfectos? Esta es una pretensión típica de un iluso. Con el chocolate no solo conseguí no ocultar aquella monstruosidad, sino que parecía aún más deforme y resaltaba los fallos, del mismo modo que una pintura lisa realza las imperfecciones de una pared mal nivelada
8. ¿Qué hacer? ¡No puedo presentar esta tarta mañana como una tarta de cumpleaños! ¡Qué vergüenza! Pero como la ignorancia es la madre de la imprudencia, no se me ocurre otra cosa que disimular las faltas con una decoración de crema de mantequilla o buttercream. A altas horas de la noche, esto aún puede parecer una solución plausible para alguien que hace cupcakes como quien pela plátanos. Pero he de poner en antecedentes al personal, y aclarar que no solo no he hecho un cupcake en mi vida, ni que he preparado jamás la famosa buttercream, sino que confieso aquí públicamente que nunca antes la había probado ni sabía qué textura había de tener ni qué sabor ni qué punto de dulce. Una vez aquí, uno que es un inconsciente, agarra la mantequilla de la nevera y teclea en google: "cómo hacer buttercream".
9. Si lees en una receta: "utilizar azúcar glacé superfina", quiere decir que has de utilizar "azúcar glacé superfina" y no otra. Pero a la una de la mañana la única opción que tenía era refinar el azúcar con las cuchillas del vaso de la batidora. Y aunque lo pasé por el colador, el grano aún seguía siendo demasiado gordo y no lo superfinamente molido que hace falta para esta receta. Resultado: la buttercream estaba llena de granitos de azúcar que se podían mascar.
10. Al menos, a base de emplastes de buttercream, conseguí disimular un poquito la deformidad de mi tarta, aunque no del todo. Como se puede apreciar en esta foto de perfil, estaba bastante desnivelada. Vale que la decoración tampoco quedo muy fina, pero... ya que tampoco tenía azúcar supefina, ¿qué iba a arreglar yo a estas alturas?
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Como se puede ver en esta foto, este es el perfil malo de la tarta, donde se aprecia la severa inclinación resultante del malogrado bizcocho. |
A pesar de todos los fallos cometidos, lo que siempre suele arreglar este tipo de estropicios fue ese "pues de sabor está bueno", que te dice todo el mundo. Da igual que esté más o menos fea, que el bizcocho no esté lo esponjoso que debiera, que se masque el azúcar... si de sabor está bueno y no quedan migas en el plato, eso es buena señal.
A continuación os dejo aquí la receta, pues a pesar de mis fallos, la tarta merece la pena. El bizcocho es delicioso y la receta está probada de una vez anterior en que SÍ que me salió bien.
INGREDIENTES PARA LA MASA
- Cacao en polvo: 50 grs
- Agua: 175 ml.
- Mantequilla: 175 grs (a temperatura ambiente)
- Azúcar moreno glacé: 350 grs
- Huevos: 3 uds
- Nata líquida: 120 ml
- Harina: 275 grs
- Bicarbonato: 1,5 cucharadita
- Levadura químida: 1/2 cucharadita
- Rayadura de 1 naranja
- Esencia de vainilla: 1 cucharadita
INGREDIENTES PARA EL RELLENO
- Nata líquida: 250 ml
- Azúcar: 100 grs.
- Queso philadelphia: 150 grs
- Esencia de vainilla: 1 cucharada
INGREDIENTES PARA LA COBERTURA DE CHOCOLATE
- Mantequilla: 70 grs
- Cobertura de chocolate (tableta): 140 grs
- Agua: 1/2 vaso de agua
INGREDIENTES PARA LA DECORACIÓN CON BUTTERCREAM
- Mantequilla: 200 grs
- Azúcar glacé: 200 grs
- Leche: 4 cucharadas
Preparación de la masa
1. Precalentamos el horno a 180ºC
2. En un cazo, calentamos el agua y diluimos el cacao. Dejamos enfriar a un lado.
3. Mezclamos el azúcar moreno glacé junto con la mantequilla a temperatura ambiente.
4. Añadimos los huevos a la mantequilla y batimos.
5. Añadimos la harina y luego el resto de los ingredientes. Batimos la masa hasta que quede bien mezclado.
6. Engrasamos un molde redondo, vertemos la masa e introducimos en el horno precalentado. Dejamos unos 35/40 minutos horneando.
Preparación del relleno
7. Batimos la nata líquida junto con el azúcar hasta que alcance un punto de nada montada.
8. Mezclamos la nata con el queso philadelphia.
9. Añadimos la esencia de vainilla.
10. Una vez frío el bizcocho, cortamos por la mitad y vertemos el relleno sobre la tarta. Tapamos con la parte superior.
Preparación de la cobertura de chocolate
11. En un cazo, ponemos a calentar el agua, con el chocolate y la mantequilla. Removemos hasta que quede todo bien mezclado.
12. Dejamos enfriar hasta que espese (lo podemos meter en la nevera si es necesario, para acelerar el enfriado).
13. Esparcimos la cobertura de chocolate sobre la tarta.
Preparación del buttercream o crema de mantequilla
14. Batimos la mantequilla a temperatura ambiente hasta que quede bien pomada.
15. Recuerda: el azúcar glacé ha de ser superfino, es mejor para eso utilizar el azúcar glacé para repostería que venden en los supermercados.
16. Añadimos el azúcar glacé a la mantequilla y batimos. Añadimos la leche y batimos hasta que quede bien mezclado.
17. Vertemos el buttercream en una manga pastelera con boquilla.
18. Decoramos la tarta.